El sueño y la pérdida de peso

El sueño y la pérdida de peso

La ausencia de sueño perturba el equilibrio ponderal, pudiéndose llegar a establecer un círculo vicioso. En efecto, con los problemas de obesidad, a su vez, aparecen también trastornos del sueño.

Durante el sueño profundo, el organismo produce una cierta cantidad de hormonas, en particular de crecimiento.

Ciertos estudios* sobre una población masculina de 16 a 83 años han demostrado que existe una correlación entre bajo nivel de hormonas de crecimiento por una parte y obesidad y pérdida de masa muscular por otra.
La ausencia de sueño perturba el equilibrio ponderal, pudiéndose llegar a establecer un círculo vicioso. En efecto, con los problemas de obesidad, a su vez, aparecen también trastornos del sueño.

Durante el sueño profundo, el organismo produce una cierta cantidad de hormonas, en particular de crecimiento.

Ciertos estudios* sobre una población masculina de 16 a 83 años han demostrado que existe una correlación entre bajo nivel de hormonas de crecimiento por una parte y obesidad y pérdida de masa muscular por otra.

En los varones de más de 35 años, la proporción de sueño profundo se ve reducida a 5% en vez de 20%, lo que explica en parte que, con el envejecimiento, el sueño tiene un impacto directo sobre el peso.

Otros estudios** han evidenciado un nivel bajo de leptina en sujetos que duermen poco (menos de 7h/noche). Esta hormona secretada por el tejido adiposo estimula el metabolismo energético y disminuye la sensación de hambre.

Inversamente, el nivel de ghrelina, hormona que estimula el apetito, aumenta y genera una mayor apetencia por los alimentos ricos en grasas y azúcares. El excedente de calorías así generado en período nocturno favorece el aumento de peso.

El insomnio conlleva un riesgo más elevado de padecer diabetes del tipo II, ya que la falta de sueño afecta al metabolismo del azúcar mediante una resistencia a la insulina.

El estudio llevado a cabo en 2001 por investigadores de la Universidad de Filadelfia ha mostrado que los que duermen poco (menos de 6.5 h/noche) secretan 40% más de insulina que los que duermen “moderadamente”.

El estrés inducido por la falta de sueño puede originar una perturbación de la acción de la insulina.

Por consiguiente, cuando hay problemas de gestión de peso, resulta fundamental cuidar el sueño, tanto en cantidad como en calidad.

En caso de despertares nocturnos, conviene orientarse hacia alimentos de tipo proteico y con un bajo contenido de azúcar (cf. gama Protéifine y Serovance de Laboratorios Ysonut).

Fuente: http://www.nutricionequilibrada.es

 
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